«- Marco Aurelio, ¿no se te ha ocurrido simplemente divorciarte?
– De momento, no. Al menos hasta que resuelva algunos temas financieros, no me puedo permitir otra ex esposa. Son más caras que las esposas.
– Comprendo, pero tus problemas me tienen sin cuidado. ¿Me puedes dar la dirección del puticlub, por favor?
– Te puedo dar la dirección de un local mejor, con más clase… Es importante variar, ¿sabes? Explorar nuevas experiencias. Mantenerse joven.
– El mismo local, Marco Aurelio. Sólo quiero ir ahí.
Pesantes soltó un mugido de preocupación. Mantuvo un largo silencio, durante el cual a Óscar le pareció escuchar que abría su pastillero y se comía una dosis de paz. Luego se animó a preguntar:
– Óscar… No te estarás enamorando de Nereida, ¿verdad?
– Oh, mierda.
– Cuando te hablé de enamorarte me refería a amor-de-media-hora. No a amor del otro. Ya sabes.
– ¿Me puedes dar la dirección?
– Sólo tengo un consejo que darte, ¿OK?
– No quiero tus consejos.
– Te lo daré de todos modos: si te acuestas con una mujer y después de eyacular sigues queriendo estar con ella…
– Marco Aurelio…
– Escucha: si después de eyacular quieres seguir ahí tumbado con ella, y abrazarla y hacerle mimitos y darle besitos…
– ¿Sí?
– Huye.
– Que huya.
– Sal de ahí corriendo. El amor está bien un rato. Pero luego sólo trae problemas.
– ¿Ya me das la dirección?
– Recuerda: el sexo te hace olvidar las tensiones: El amor te las crea.
– Trataré de recordarlo.
– ¿No quieres cambiar de chica?
– No.»
Santiago Roncagliolo